¿Por qué será que cuando una persona entra a nuestras vidas, hay algo que hace que veamos las cosas diferentes?
Estoy segura de que te ha pasado, por ejemplo, en una primera cita: cuidas cada palabra que dices, procuras tus posturas y piensas cada movimiento que se va dando, es como si te adentraras a un mundo completamente nuevo, en donde hay una cierta magia que hace que todo lo ordinario y común de la persona, te parezca asombroso y único en su tipo.
El amor es muy difícil de explicar, ni siquiera tenemos certeza de que lo comprendemos. Una gran forma de adentrarnos en este misterio, es a través de la reflexión de nuestros padres Adán y Eva. Cuando Dios lo va creando todo, se cerciora de que todo esté bien:
“Dios llamó Tierra al suelo firme, y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.” (Gn 1, 10.)
“La tierra hizo frotar vegetales, hierbas que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno.” (Gn. 1, 12.)
“Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las diversas clases de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era bueno.” (Gn. 2, 25.)
Y al momento culmen, cuando ya estaba casi todo, Dios creo al hombre, y vio que no todo estaba bien: “no conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.” (Gn. 2, 18.)
¿Por qué las cosas no estarían bien con Adán? Él y Dios gozaban de perfecta amistad, el pecado no había entrado en la tierra y Dios le había dado pleno dominio sobre todo lo creado.
¿Qué más podría necesitar el hombre?
“El hombre es la única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás.”
Gaudium Et Spes
Adán no puede comprender su vocación, su relación con Dios, sin Eva. Es a través del asombro del encuentro con Eva, que Adán se da cuenta de quién es y para qué está hecho. Encuentra en Eva un propósito que le da sentido a su existencia.
“Ahora he de encontrarme en ti, si he de encontrarme a mí.”
Karol Wojtyla.
Es gracias a esta relación entre iguales, que el hombre y la mujer, pueden comprender el gran amor con el que fueron creados. Dios, libremente, sin necesitarlo y de manera generosa, creó al hombre, con inteligencia y voluntad para que pudiera experimentar la aventura de estar vivo y aprender a amar.
Por ello, cada vez que nos adentramos en la vida de alguien, que le empezamos a conocer más íntimamente, nos damos cuenta del gran don que significa esta persona en nuestras vidas.
La Eterna Primavera, Auguste Rodin
Adán es un don para Eva, así como ella lo es para él. Es en el reconocimiento del don del otro, que se descubre el gran amor de Dios. El hombre es capaz de amar porque fue amado primero (1 Juan 4, 19). No se da lo que no se tiene y el hombre es la única criatura que está hecho para experimentar el amor.
Miserable es aquel que vive sin amor, todo su ser, su existencia y vocación quedan confusas, limitadas y empobrecidas porque no ha descubierto el motor y a la vez, meta que le da sentido a su vida.
“El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente.”
Redemptor Hominis
Vivir cualquier relación en el amor, significa ser conscientemente vulnerable con el otro. Es increíble mostrar todas tus virtudes y fortalezas, pero es más apasionante mostrar tus heridas y fracasos. Porque el verdadero amor, el que es real, conoce a la persona y la conoce de tal forma que, a pesar de encontrar pedazos rotos, se está dispuesto a donarse y a invertirse de tal forma, para ayudar al amado a construirse.
Lo más sublime del amor humano es que al encontrarte en el otro, y a la vez que alguien se encuentre en ti, ambos hallan el amor puro y excesivo de Dios por el hombre.
El amor es difícil de comprender y por ello es mejor contemplarlo como un gran misterio, que tiene que ser analizado no como obscuridad, sino como un exceso de luz que produce asombro ante una realidad que no se puede abarcar con la mirada.
El amor es el gran reto de la humanidad, que exige que se renuncie a sí mismo para entregarse por completo al otro. En esto radica la dicha de amar y saberse amado. Es un dulce sacrificio que revaloriza todos los estándares del mundo.
El hombre es un ser social, que no está llamado a llegar sólo a la tierra prometida. Sino que, por el contrario, su felicidad radica en donarse a los demás. Por ello, es importante mencionar que, si bien la gran mayoría estamos llamados al matrimonio, también existe un camino en comunidad para las personas con vocación religiosa, así como para los solteros. Nadie está exento de vivir la gran aventura de entregarse a los demás.
1 comentario
He encontrado otro camino de santidad en medio del mundo.