Estimado lector,
La siguiente serie de cartas que te escribiré, son cosas que de alguna u otra forma siempre te he querido decir, sin embargo, no había encontrado la manera de hacerlo. Sé que lo más probable es que no nos conozcamos, que ni siquiera tengas idea de quién soy y por qué estoy haciendo esto. La realidad es que quiero mostrarte lo que otras personas me han mostrado, quiero que consideres un nuevo estilo de vida, una nueva manera de ver las cosas.
Estas cartas son ideas, pensamientos y experiencias que te contaría como si estuviéramos sentados tomando un café, con la confianza de abrirnos el uno con el otro. Son cartas personales, que cumplirían su objetivo aún si fueras tú la única persona que las leyera.
Te escribo con la esperanza de poder ser un apoyo en este largo y a la vez corto trayecto, lleno de altibajos, llamado vida.
En esta primera carta, me gustaría platicar contigo sobre los anhelos del corazón. Muchas veces dejados de lado, por una especie de resignación al darnos cuenta que casi nunca los logramos satisfacer, y otras veces, los anhelos son malinterpretados por deseos banales que lo único que causan en nosotros es frustración.
¿No te parece curioso, incluso estresante, pensar en cómo es que el corazón del hombre casi nunca queda satisfecho? ¿Cómo es que pasamos de experiencia en experiencia pensando que esta vez, sí habremos cumplido con las exigencias del corazón?
Empezamos a los 7 años creyendo que ese estuche de colores, que incluía el plateado y el dorado, nos haría realmente felices, sin embargo, a las 2 semanas, la mitad de los colores ya estaban perdidos. Continuamos a los 10 años creyendo que ese balón de fútbol edición limitada o esa Barbie tamaño real, realmente era todo lo que deseábamos. Unos cuántos años más tarde, cambiamos todos nuestros tesoros, que sólo ocupaban espacio en nuestro cuarto, por el póster, playera y disco autografiado de nuestros grupos favoritos: Simple Plan y Black Eyed Peas. Creíamos que asistir a sus conciertos ciertamente era todo lo que pudiéramos desear.
La lista puede continuar, creíamos que salir de fiesta, viajar con nuestros amigos, comprar ropa de moda, cumplir 18 años, salir con alguien, elegir qué carrera estudiar, empezar a trabajar… ahora sí, saciarían la sed del corazón de sentirse pleno.
Sin embargo, conforme alcanzamos distintas etapas de nuestra vida, nuevas formas de vacíos encontramos en nuestro corazón. ¡Con nada estamos contentos!
¿Será que realmente no existe nada que pueda saciar los anhelos del corazón?
Me gustaría que reflexionáramos sobre esto, pues no vaya a ser que en 30 años, sigamos buscando aquello que nuestro corazón tanto desea. No vaya a ser que desperdiciemos la mitad de nuestra vida buscando algo sin sentido.
Ahora, quiero que hagamos un poco de estadística. Por probabilidad, es necesario que exista algo que cumpla y llene todos los deseos del corazón. Todo lo que conocemos tiene correspondencia. Observa:
- Para la cosecha… existe la lluvia
- Para la fotosíntesis… existe el sol
- Para el deseo y necesidad de dormir… existe el sueño
- Para el deseo y necesidad de respirar… existe el aire
Para toda necesidad existe una respuesta que cumple con la expectativa. Piensa en aquella vez que morías de sed, al tomar agua, ciertamente sentiste un alivio, un peso menos, un estado corto de plenitud. Sería ilógico que no existiera algo que pudiera llenar los deseos y necesidades del corazón, siendo que todo lo demás tiene una respuesta.
El ser humano es limitado, tiene un periodo de vida de alrededor de 80 años, tiene una estatura dada y un peso prácticamente determinado por los hábitos de la persona, tiene que tener un descanso mínimo y consumir comida para poder seguir activo. Su vista no lo puede ver todo, ni su oído lo puede escuchar todo. El ser humano tiene límites.
Sin embargo, su mente y alma no conocen límites. La mente y el alma son capaces de soñar e imaginar hasta lo imposible, son capaces de salir de sí mismos y transportarse a otro momento de la vida. ¿Cómo es que dentro de un cuerpo limitado, pueda haber una mente y un alma sin fronteras? ¿Habrá algún error de fábrica? ¿Será que por esta razón el alma nunca podrá estar satisfecha?
El alma del hombre es ilimitada y nada de lo mencionado le llenará. Ni las necesidades básicas como el agua y la comida, ni lujos como viajes y ropa de moda, incluso, ni relaciones de amistad, noviazgo o matrimonio, pues aunque ciertamente dan calma, confortan y motivan el alma, volvemos a la finitud del hombre incompatible con los deseos infinitos del corazón.
En fin, lo que te quiero decir el día de hoy, ya San Agustín y muchos otros lo habían descubierto. Sólo Dios puede saciar los deseos y necesidades del alma. Se necesita algo del mismo calibre para poder quedar satisfechos. El corazón humano, es exigente y no acepta cualquier cosa, quiere algo que le llene y le satisfaga. Sólo Dios, quien es ilimitado y lo puede todo podrá llenar ese vacío.
San Agustín de Hipona
“Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.”
Esta es la idea que me gustaría dejarte el día de hoy. Saber que en el corazón del hombre se pueden cumplir todos los deseos y anhelos cuando se le permite a Dios entrar en él.
Sábete acompañado siempre,
Católico en Serio